Emprender, reinventarse. Son dos palabras que han entrado a formar parte del machacón vocabulario de la crisis. Hay otras muchas a las que nos hemos acostumbrado: prima de riesgo, rescate, tijeretazo... pero las dos primeras son sinónimo de esperanza y de salida adelante en una sociedad atenazada por unas cotas de desempleo que dan vértigo. Pero el camino de un emprendedor no es fácil y está plagado de escollos. Tomar una decisión u otra en los inicios de la aventura empresarial puede ser determinante para garantizar el éxito. El 80% de las empresas que arrancan han desaparecido a los tres años. Un porcentaje escalofriante y que ofrece una dimensión de las dificultades de sobrevivir en un mercado global y con mucha competencia.
¿Qué ha de hacer un emprendedor para iniciar un negocio? ¿Qué decisiones pueden garantizar la viabilidad de la empresa? Para intentar minimizar estas dificultades, y con años de retraso, el Gobierno central avanzó esta semana algunas medidas encaminadas a fomentar la emprendeduría entre los jóvenes. Se trata de una tarifa plana de 50 euros durante los primeros seis meses en las cotizaciones sociales y se ultima también una reducción del 30% de las cotizaciones sociales durante dos años para hombres de hasta 30 años y mujeres de hasta 35 que inicien un negocio.
Pero, al margen de estas facilidades económicas, los expertos recomiendan asesorarse y estar informado. Crear un plan de viabilidad que identifique los riesgos, evalúe la competencia, calcule la inversión para aguantar los primeros envites y prevea cuestiones de marketing es vital para garantizar el éxito de la empresa.
Pero, sobre todo, se ha de estar convencido. "¿Quiero dedicarme en los próximos cinco años a esta actividad?". Esta es la pregunta que debería realizarse el emprendedor antes de empezar. Antes de tirarse hay que mirar si la piscina está llena.
La crisis ha llevado a muchos a considerar la emprendeduría como una opción para reintroducirse en el mercado laboral. Por eso, el emprendedor debe "pensar más con la cabeza que con el corazón". Advierte que no se puede confundir una idea que se consulta con amigos y familiares y que puede ser rompedora con una oportunidad de negocio.
No todos tienen capacidad para llevar su propia empresa. "Por naturaleza el emprendedor es optimista, y esta cualidad que es positiva puede llegar a ser contraproducente si se está desinformado".
De ahí, que sea vital dedicarse a lo que realmente se sabe hacer y dejar para otros cuestiones técnicas. Es recomendable contar con Consultores especialistas en negocios como ESINEINCA DIVISIÓN INGENIERÍA www.esineinca.com y con un gestor para el resto de las cuestiones burocráticas y dedicar el tiempo a llevar y salvaguardar el negocio.
En la apertura de una empresa nada es baladí, La elección de socios, algo que inicialmente puede hacerse por afinidad entre amigos, familiares o un inversor, puede ser con el tiempo una lacra. Es necesario escoger bien a los compañeros de viaje. "Cuando las cosas van de cara no hay problemas, pero si la empresa sufre contratiempos una mala relación entre los socios puede llevársela por delante", es importante establecer de antemano liderazgo del proyecto porque un 50% nunca desempata.
Es aconsejable asociarse con personas que puedan aportar valor a la empresa e incorporar a inversores solventes. "No es necesario optar por el primero que aparece. Si crees que la idea es buena vendrán otros".
Otra de las recomendaciones que hacen los expertos es la de no infravalorar el capital inicial. Habitualmente, este dinero sale de indemnizaciones de despido, ahorros de familiares y amigos... Si la cantidad es reducida puede representar un problema para mantenerse a flote. "Durante los primeros meses o el primer año es difícil conseguir beneficios", dice Fernández Terricabras. Es necesario disponer de un colchón que permita pasar las primeras penurias. Si este capital es pequeño se renuncia a la financiación, ya de por sí bastante complicada, y también a crecer.
Suele haber dos tipos de emprendedor: el que lo lleva en el ADN, alguien con capacidad de liderazgo y a quien le gusta asumir riesgos, y el que tiene una idea clara del producto o servicio que pretende ofrecer. Al primero le aconseja evaluar el mercado, participar en foros y buscar una oportunidad de negocio. Al segundo, rapidez. "Pensar que las ideas solo se le ocurren a uno es erróneo y se le pueden adelantar".
Lo cierto, es que el perfil del emprendedor está cambiando. Entre un 60% y 70% de ellos tienen entre 25 y 40 años. Siete de cada diez cuentan con estudios universitarios. Pero frente a estos jóvenes destaca un nuevo tipo de emprendedor sénior, de entre 45 y 55 años, directivo de compañía que ha sufrido alguna reestructuración y que ofrece sus servicios de asesoría o consultoría estratégica a las empresas.
Autónomo o sociedad limitada
No conviene precipitarse en la adopción de esta decisión. Pero se ha de tener claro que la constitución de una sociedad implica hacerse cargo de costes notariales y registrales que no se asumen en el caso de establecerse como autónomo. Para constituir una SL es necesario un capital mínimo de 3.000 euros e invertir en costes de mantenimiento, pero permite la entrada de inversión y de otros socios. Por contra, la responsabilidad del autónomo, es ilimitada, es decir responde con la totalidad de su patrimonio. Rovira explica además que, a efectos fiscales, un autónomo tributa conforme al IRPF, por lo que será aplicable la escala de gravamen del citado impuesto. El tipo máximo es un 56%, mientras que una sociedad tributa conforme al impuesto de sociedades con tipos de un 20 a un 30%.
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